La vida es del color del cristal con el que se mira, dice la sabiduría popular, y eso incide en la calidad de nuestras vivencias, en nuestra capacidad de disfrute, en el uso que hacemos de nuestro tiempo. A cerca de ello va este microrrelato.
—Aquí vinimos a descansar —se resiste Anita cuando la sacan a bailar. En fin, puede que la fiesta no sea tan buena idea. Mela se pone de pie y, haciendo una grácil reverencia, coloca su mano en la del joven. Los demás miran ajenos pero sus ojos azules se iluminan. —¡Qué sonrisa tan bonita tiene este monitor! pero ya me ganó la tuya hace mucho tiempo. Y… no baila mal el muchacho, pero eres tú quien me lleva, mi único amor. —De los cincuenta para arriba… —les oye Mela murmurar y responde para sí — Amor, yo de la vida solo me llevaré sus besos. Las amarguras, las dejo para los que miran”- Y así, cerraron el baile.
La decadencia comienza cuando dejas escapar la ilusión por disfrutar de esas pequeñas perlas que te sigue ofreciendo la vida en bandeja cada nuevo día. Atreverte a sentir, a saborear sus caricias, es beber de la fuente de la eterna juventud.
ResponderEliminarUn relato original, con una mirada positiva que obvia el discurrir de los años.
De nuevo, Auxi, nos haces reflexionar sobre lo absurdo que supone desaprovechar ese bonito regalo: vivir.
Así es
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